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Blogs del periódico El Tiempo - Julio 19 de 2007
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El mito del alma (o espíritu), según el cristianismo, sería un principio interior fundamental (único e indivisible) que permitiría pesar, sentir, desear, y que animaría a cada ser humano. Esta creencia simplista e ingenua supone que Dios crea e infunde un alma inmortal cuando el espermatozoide fecunda al óvulo y eso lo hace persona. Al dejarlo desarrollar se llegaría a un bebé que luego se haría adulto y eventualmente moriría, lo que no sería más que la salida del alma al encuentro de Dios y su juicio.
Durante las últimas columnas en el blog Confesiones, este autor ha examinado aspectos alrededor de dichas creencias.
En un primer artículo (1) se refutó la idea de que el zigoto fuera una persona única e indivisible desde el momento de la fecundación, aunque sólo lo fuera "en potencia". Los hechos biológicos desmienten la doctrina de la infusión de un alma en el óvulo desde la fecundación porque:
1. La dotación genética tarda más de un día en establecerse después de la fecundación; no puede haber una persona si ni siquiera existe una identidad genética. 2. El destino natural de un óvulo fecundado no es formar una persona: en más del 60% de los casos, el embrión termina de forma natural en la toalla higiénica de la madre, junto con el endometrio menstruado. 3. Ni siquiera cuando el zigoto se salva del aborto natural espontáneo está destinado a ser un niño, ya al dividirse mecánicamente, produce cualquier número de embriones viables. Ni es único ni indivisible: es más un racimo de embriones potenciales. 4. Aún cuando se mantiene entero, su destino no es ser una persona, pues en las quimeras humanas se fusionan dos embriones (incluso de sexo diferente) para originar un solo ser humano (a veces hermafrodita). Como ninguno de los embriones muere en el proceso de fusión, ningún alma abandonaría su tejido inicial y la quimera resultante tendría las dos "almas" originales en un solo cuerpo (absurdo teológico). |
En un segundo artículo (2) se examinó la creencia de que, en última instancia, todos los embriones producen una o varias personas con un alma única e independiente. Se presentaron los casos aberrantes de los gemelos unidos y su gradación: 1. Gemelos con dos cabezas bien diferenciadas y un solo cuerpo (dos personas). 2. Teratodelfes con una sola cabeza y dos cuerpos unidos a ella (una persona). 3. Gemelos con dos cuerpos potencialmente separables, excepto por sus cerebros fusionados. Estos carecen de individualidad pues sus procesos mentales están mezclados: sienten o actúan con algunos centros cerebrales compartidos. No son dos personas, pero tampoco es una (son una mezcla). 4. El caso de los hermanos parásitos donde una cabeza se desarrolla sin cuerpo, parasitando a su hermano los nutrientes y el oxígeno. 5. El caso horrendo del "fetus in fetus", en el cual, el hermano parásito termina viviendo como un tumor en el interior del hermano anfitrión (¡vaya a saber qué alma puede tener ese tumor humano!). 6. El caso del feto anencefálico (3), en el cual nace un cuerpo sin encéfalo, que generalmente muere al cortarse el cordón umbilical o poco tiempo después. En este caso se tiene un cuerpo sin ninguna posibilidad de tener vida mental. |
Un último artículo (4) demostró que el concepto de alma es neurológicamente incompatible con los hechos por las siguientes razones:
1. El alma no es el principio de la vida mental, sino la actividad del cerebro. 2. Las funciones mentales se deben a actividad en zonas cerebrales respectivas. 3. Cuando se daña una zona del cerebro, invariablemente se daña la función mental correspondiente. |
Que las funciones mentales estén zonificadas y sean destructibles selectivamente, sería incompatible con un espíritu simple e indestructible. La vida mental es explicable por la actividad cerebral. Pero ahí no acaba los problemas para los mitos animistas. El último artículo también mostró que:
4. La persona es divisible en dos personalidades aisladas e independientes cuando se secciona el cuerpo calloso que une los hemisferios cerebrales, tanto que una mitad se asombra de lo que responde la otra, e incluso, una parte se declara atea y la otra creyente, simultáneamente. (4). |
¿Qué problema es que los creyentes sostengan mitos religiosos, como el animismo? Los problemas son numerosos y gravísimos.
La creencia en estos mitos puede deteriorar la capacidad mental del ciudadano raso al impedirle afrontar y aceptar evidencias fácticas. El cerebro del creyente promedio puede terminar incapacitado lógicamente por acostumbrarse a negar la realidad a pesar de los hechos.
El creyente termina diciendo de los hechos que "no son convincentes"; es la falacia de argumentación "por incredulidad personal": se casa de antemano con su mentira y sin importar cuántas evidencias haya en contra de su postura, dirá que nada lo hará cambiar de opinión.
Desde el punto de vista racional, estos casos extremos se podrían catalogar como "asnos piadosos". La fe es la "santificación" de la necedad y la obstinación: se convierte en virtud lo que sólo es un vicio del pensamiento.
El peligro que estos individuos conllevan para la democracia es evidente: son el tipo de persona que de antemano se adhiere a un político deshonesto, y sin importar cuántas evidencias de corrupción y delincuencia aparezcan, este "ciudadano" no se convencerá de los hechos y seguirá creyendo y votando por su mesías político. Tiene el cerebro entrenado para creer a pesar de las evidencias.
La investigación en células madre abre el camino para acabar el sufrimiento de millones de personas víctimas de mal de Parkinson, Alzheimer, o cáncer. Pero los creyentes creen en "almas infusas" a pesar de incontables evidencias en contra y por ello terminan convencidos del absurdo de que una célula es una persona. Así, votan por políticos incultos que promulgan legislaciones para prohibir este tipo de investigación.
Es algo cruel: por la irracionalidad e ignorancia científica que causa la religión, un grupo mayoritario de ciudadanos cierra las puertas a la solución para el sufrimiento de millones de personas, solo por creer una célula es una persona.
El caso de los enfermos terminales es otro ejemplo de la inhumanidad y crueldad inherente al cristianismo. Aunque la legalización de la eutanasia no obligaría que los cristianos en fase terminal la recibieran, ellos, engañados hasta el tuétano con su fe, obligan a millones de personas a aguantar un final doloroso, o un indigno ahogamiento en sedantes, porque les da la gana de que toda la ciudadanía se rija por sus mitos escatológicos particulares. Así votan por políticos de que aplastan todo intento de legalizar la eutanasia activa para quienes libremente la solicitan.
Con respecto al aborto ocurre algo análogo. Ya se mostró que el embrión en sus estados iniciales no es una persona, a pesar de que a partir del cuarto mes ya pudiera considerárselo como tal.
Por lo anterior, si una mujer tiene un embarazo no deseado en etapas iniciales, no debería tener ningún impedimento para abortar antes de los dos o tres primeros meses, ya que no se estaría matando una persona, sino un organismo en vías de convertirse en persona.
No obstante, al rechazar el hecho de que la persona es generada por el funcionamiento de un cerebro con cierto grado de desarrollo, y al creer que somos personas por un embeleco metafísico supuestamente infundido cuando el espermatozoide toca al óvulo, el creyente se aferra al absurdo de que el embrión en gestación es una persona indefensa, y vota por políticos incultos que se oponen a la legalización del aborto en etapas tempranas.
Así, mujeres víctimas de violación, parejas víctimas de métodos anticonceptivos defectuosos, o incluso jóvenes que vieron nublado su juicio por momentos de efervescencia erótica, tienen que "PAGAR" llevando a término el embarazo, con el consiguiente sufrimiento y frustración vocacional que eso pueda llevar.
Esta "moral" cristiana del castigo como pago por el acto sexual pecaminoso, incluso está imbuida en personas que en todo lo demás son muy racionales: aquellos que aceptan el aborto en caso de violación, pero que cuando se debe a la irresponsabilidad de una pareja joven, abogan por "que lo tengan, para que aprendan a ser responsables"... ¡Como si fuera ético usar un niño en el futuro como castigo a la irresponsabilidad del presente! ... ¡como si fuera moral destruir el porvenir de dos personas sólo por haber sido negligentes al buscar placer o afecto!
Dejar que un embarazo no deseado pase del tercer mes es una inmoralidad, pero más inmoral y cruel aún es imponérselo a quienes desean abortar en las etapas iniciales, cuando es ético hacerlo.
Estos casos analizados y muchos otros que se tratarán en otro momento, muestran cuán peligrosa socialmente es la religión: crea mayorías ignorantes de la realidad, que se aferran a ideas falsas a pesar de los hechos y evidencias en contra, y que terminan obligando a toda la sociedad a seguir sus comportamientos morales y tabúes de épocas bárbaras basándose en mitos precientíficos ampliamente refutados.
Una sociedad democrática debe consagrar el derecho a la libertad de culto, pero igualmente, debe consagrar el derecho a la crítica racional, de tal forma que las personas que decidan creer estas ideas irracionales, lo hagan después de haber conocido ambas caras de la moneda, y no como se hace actualmente: adoctrinando a niños desde su más tierna infancia en un claro abuso infantil donde los padres destruyen el pensamiento crítico y el bienestar psíquico de sus hijos.
Notas
[1]. Ver articulo de Escépticos Colombia sobre La gestación humana y el aborto temprano: una perspectiva racional.
[2]. Ver articulo de Escépticos Colombia sobre La gestación y el concepto de persona: consideraciones extremas.
[3]. Ver generalidades sobre la anencefalia en Wikipedia.
[4]. Ver articulo de Escépticos Colombia sobre La neurología y el alma.