Cuando Copérnico estableció su modelo heliocéntrico del sistema solar inició una reacción en cadena que desmontó a la humanidad del centro del Universo y que trastornó todos los campos del conocimiento en los siglos venideros. En su época, nuestro mundo era el centro de la creación alrededor del cual el reino celestial giraba incansablemente como un mecanismo de relojería impulsado por la Divinidad.
El postular que no era la Tierra sino el Sol el centro alrededor del cual se movían los astros fue rechazado vehementemente por el establecimiento religioso, hasta el punto en que el padre de la ciencia moderna, Galileo, fue obligado a retractarse de que la Tierra orbitaba el sol, y fue condenado a prisión domiciliaria por promover esta verdad contraria a la fe de ese entonces.