Desde mi niñez hasta el inicio de mi adultez creí en casi todo lo paranormal y extraordinario: desde visitas extraterrestres, pasando por telepatía, hasta fantasmas y profecías. Mi apetito por esa literatura era voraz, con una excepción: la astrología. Siempre me pareció inaceptablemente absurda.
Del amplio abanico de facultades presuntamente sobrenaturales, había una que prometía maravillas sin par y despertaba todo mi interés: era la "proyección o desdoblamiento astral".
Esta presunta facultad consistiría en la salida del espíritu de nuestro "vehículo físico" lo que permitiría viajar a cualquier lugar del universo, sin restricción de tiempo, espacio, velocidad e incluso tamaño. La gran utilidad y ventajas que traería esta facultad hipotética me motivó a dedicar mucho tiempo en desarrollarla.