Publicado en: Blogs del periódico El Tiempo, Febrero 16
de 2007
"Todos los sentidos de la Sagrada Escritura se fundan sobre el sentido literal." Tomás de Aquino, Summa Theologica 1,1,10
La frase que abre este ensayo señala algo fundamental en la interpretación literaria: no se debe hacer decir a un texto lo contrario de lo que afirma. En el intérprete queda la opción de declararlo verdadero o falso, moral o inmoral, justo o injusto, aplicable o inaplicable, pero invertir el sentido original del autor no es interpretar sino tergiversar. Esta guía de siglos de antigüedad debería ser cumplida por todos los intérpretes, sean exégetas o hermeneutas, ateos o pastores metodistas.
Con el peligro de estereotipar, hay una diferencia sustancial: La hermenéutica valora a priori el texto arcaico y asume por principio que tiene un mensaje eterno y universal; con los principios "adecuados" de interpretación busca una lectura aplicable a un contexto diferente al original del relato; autores que nunca hubieran imaginado la situación vigente dos milenios después de ellos, son reinterpretados y reacomodados para aplicarlos en la actualidad. Por otro lado, la exégesis accede al texto de forma imparcial; busca comprender de forma objetiva e histórica las circunstancias de redacción del texto para retratar con verosimilitud lo que tenía en mente el redactor y emitir un juicio objetivo al respecto.
Como ejemplo, considere el siguiente texto neotestamentario:
"Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Mateo 18,20
El hermeneuta encontrará un mensaje eterno de Jesucristo, persona de la Trinidad, enseñando su capacidad de estar simultáneamente en todas partes donde lo invocan: ubicuidad divina. También lo interpretará como una enseñanza fundamental de Jesús: la vida en Cristo está vinculada inextricablemente a la comunidad creyente, es la "comunión" en su sentido original. La aplicación para el creyente es evidente: la oración en comunidad tiene un altísimo valor para Dios Jesucristo y sus seguidores deben formar comunidad de oración y adoración; esto fortalece la vida en el espíritu. La comunidad cristiana sería el lugar por excelencia para el encuentro con Cristo Resucitado.
Un buen exégeta, por otro lado, mirará los hechos a la luz de la historia. Comprenderá la influencia del desarrollo histórico del cristianismo primitivo antes de que se plasmaran los evangelios. Reconocerá el carácter "pneumático" (espiritual) de la comunidad protocristiana, que ejercía sus dones de "interpretación" y "profecía". A través de éstos, los fieles recibían mensajes que adjudicaban a Jesús resucitado. El exégeta comprende que en la mente de estos creyentes primitivos, cualquier mensaje dado por estos profetas y visionarios era una enseñanza con la misma autoridad que las que se recordaban del Jesús histórico. Este fenómeno de "recibir mensajes de Dios" no es algo desconocido para quienes hayan participado en cultos carismáticos, sea evangélicos o católicos marianos. Los creyentes le dan a estos mensajes autoridad divina.
Los protocristianos habrían memorizado algunas de estas frases visionarias impactantes y, al predicar, mezclarían sin problema las palabras del "Jesús histórico" con las del "Cristo de la Fe", pronunciadas por videntes. Recopilaciones posteriores de tradiciones orales con "dichos de Jesús" (como la fuente Q o el Evangelio de Tomás), hechas por creyentes de la segunda o tercera generación, habrían sido dotadas más tarde de contexto literario, cuando se redactaron las "biografías teológicas" del Nazareno: los Evangelios.
Todos los estudiosos serios del Nuevo Testamento reconocen que Jesús fue humano, y no tenía el don de la ubicuidad: la frase de Mateo 18,20 es sólo una creencia "postpascual" sobre el Cristo de la fe, proyectada en la vida del Jesús histórico al redactarse el Evangelio de Mateo. El veredicto exegético es ineludible: esa frase, que afirma en sentido literal la ubicuidad del Nazareno, jamás fue pronunciada en vida por Jesús.
El hermeneuta dirá que "las reglas básicas de la hermenéutica nos enseñan que Cristo nos encuentra en comunidad". El exégeta serio acepta que la lectura primaria del texto postula la presunta ubicuidad del Jesús histórico, pero también tiene la entereza de reconocer que el origen de esta frase está en la comunidad postpascual y no en el Galileo que recorrió Palestina hace dos milenios. Es una frase históricamente falsa.
Considere otro ejemplo con un par de libros "históricos" de la Biblia: 1 Crónicas 21,1ss y en 2 Samuel 24,1ss . Se sugiere la lectura completa y atenta de ambos relatos, no sea que algún clérigo indignado me acuse de "citar sin contexto". Para comodidad del lector, basta cliquear sobre las referencias para acceder a los textos en Bible Gateway; si desea usar otra Biblia de su predilección, es libre de hacerlo.
Estos relatos narran un censo ordenado por el Rey David sobre el pueblo de Israel. Tras hacerlo, David reconoce su pecado y pide perdón a Yahvé, pero éste se siente tan ofendido que, por medio del vidente Gad, le propone tres opciones al Rey: siete años de hambre en Israel, o tres meses de ataques militares enemigos, o tres días de pestilencia. David, prefiriendo la mano "misericordiosa" de Yahvé (2 Samuel 24,14) , elije los tres días de pestilencia, tras los cuales mueren 70.000 israelitas. Luego de que David construye un altar a Yahvé, su Santa Ira cesa y la masacre acaba.
Un hermeneuta creyente se verá en algún apuro al intentar explicar este texto del género "histórico". Tal vez vea la "soberanía" de Yahvé sobre el destino de su pueblo elegido. Propondrá que esta forma "aparentemente estricta" de castigar un acto pecaminoso de David sólo es la "pedagogía divina" para acercarse su Pueblo Elegido. Yahvé les hablaría en un lenguaje humano, con palabras que habría entendido el rudo y violento pueblo hebreo. El hermeneuta tal vez afirme que esto era necesario para que Israel aprendiera que "Yahvé es Santo y no tolera la impureza". Incluso, al ver que Yahvé aceptó la petición del castigo más corto, podrá alegar que este trato "amoroso" fue el justo y necesario para expiar la culpa con el mínimo de sufrimiento requerido por la Santa e Insondable voluntad de Dios.
Si un hermeneuta dice que "estos textos representan el dolor humano de Israel ante una pestilencia que realmente Yahvé no habría enviado", estaría mostrando su incompetencia interpretativa pues violaría la regla fundamental de no hacer decir a un texto lo contrario de lo que propone: ambos relatos muestran sin lugar a duda que Yahvé sería el causante directo de la masacre 70.000 personas, y decir que el texto niega su origen divino sería leer al revés. No estaría interpretándolo sino tergiversándolo.
Hay un detalle interesante que el hermeneuta, en su afán de desviar la vista del genocidio de Yahvé, ignorará de forma
incompetente: al inicio de ambos textos hay una contradicción. En el primero, Satán incita a David a hacer el censo; en el segundo, Yahvé es el incitador. El exégeta racional aprovechará este texto, junto con el conocimiento de historia
de la literatura Judía para dar la solución a esta contradicción.
El exégeta sabe que el caracter demoníaco de "Satán" fue el fruto de una evolución teológica de siglos en el pueblo Judío y Cristiano. En el Judaísmo primitivo no había un demonio. Yahvé era creador tanto del bien como del mal: valga decir que era bueno y malo. Esta postura parece inconcebible para el lector desinformado que interpreta según concepctos modernos, pero hay rastros de esta teología en textos como Isaías 45,7 . 2 Samuel 24 se inscribiría en esta corriente. Posteriormente, el pensamiento Judío reintepretó al ángel acusador, fiscal de Dios que le servía fielmente en su corte celestial para poner a prueba al hombre (como en el relato de Job). Lo convirtió en un opositor a Dios (1) . Pasó de ser el fiscal divino a ser el enemigo de Yahvé: un ángel rebelde. Esta interpretación no es Bíblica. Se basa en literatura intertestamentaria apócrifa como el Libro de Henoc. En este momento de la evolución teológica Judía, se comenzó a considerar a Satán como el causante del mal y el incitador al pecado. Ahí se enmarca 1 Crónicas 1.
Con esto en mente, un exégeta ve en los relatos de 2 Sam. 1,1 y 1 Cr. 1,1 la reinterpretación de un texto previo, el de Samuel, en el que Yahvé incita al pecado, bajo una óptica posterior, en la cual Satán es el causante del pecado.
El fundamentalista que rechaza esta solución unánime de los especialistas, que ve la Biblia como palabra inspirada e inerrante de Dios, y que proyecta en textos veterotestamentarios la interpretación moderna de Satán como enemigo de Dios, se enfrenta a un absurdo de marca mayor: su Biblia sería tan poco "inerrante", que confundiría a Satanás con Yahvé.
¿Qué interpretación hace un exégeta serio sobre estos relatos? Primero, reconoce lo obvio: los autores describen un castigo de Yahvé sobre un David culpable, consistente en matar setenta mil inocentes que, bajo cualquier estándar antiguo o moderno, es un genocidio. Al exégeta serio no le queda más remedio que concluir que todo el capítulo 24 de 2 Samuel, y el 21 de 1 Crónicas, describe a Yahvé como un genocida que masacra 70.000 inocentes con armas bacteriológicas (pestilencia) para castigar a un solo culpable: David. El exégeta con sentido moral sano reconoce que esto no es un acto bueno ni justo: es demoníaco.
El exégeta creyente no tiene más salida: reconocer que ambos capítulos son mentiras adjudicadas a Yahvé por un redactor primitivo que Lo vería como origen de todo bien y todo mal. Pero esta "solución" termina minando la credibilidad hermenéutica de la Biblia: si dos capítulos enteros representan de forma equivocada a la Divinidad, entonces centenares de relatos "históricos", o "legales", o "apocalípticos", o del género que sea, pueden ser falsos en su sentido literal. Pésele al clérigo que sea, esta es la postura mayoritaria entre los exégetas bíblicos de facultades de teología serias.
Sea por reconocer que la divinidad literaria de la Biblia es genocida, o por reconocer que centenares de pasajes de la Sagrada Escritura son falsos, motivados por una cosmovisión bárbara de los redactores, la conclusión sobre la aplicabilidad de la ética bíblica a la vida moderna es inescapable. Es la misma postulada por este autor en su columna previa: Ya es hora de dejar a un lado la Biblia como patrón de conducta en las sociedades democráticas modernas.
Una larga "coletilla"
Este anexo está escrito pensando en quienes leyeron la columna "Reacción al artículo 'Pero la Biblia dice...' " como
respuesta del pastor Juan Guerrero a mi artículo previo. Su lectura es opcional.
La respuesta de Guerrero (2) abunda en tergiversaciones e irrelevancias para lo planteado. Sintetizando, encuentro estas objeciones principales, a las que respondo inmediata y brevemente:
1. La libertad de expresión no me daría derecho a profanar la fe y el objeto de adoración de otros, amparándome en la tolerancia.
Falso. En una democracia secular, cualquier idea: científica, política, ética e incluso religiosa, puede cuestionarse enérgicamente. Su número de seguidores es irrelevante. Sugerir lo contrario es fascismo.
2. Mi artículo no mostraría escepticismo sino convicción atea por desprecio de la fe cristiana.
Falso. Primero: ambas cosas no son mutuamente excluyentes. Segundo: mi escepticismo no parte del desprecio por la fe cristiana. Mi escrutinio escéptico de esa fe me llevó su rechazo porque deteriora el sentido ético y afecta moral y legalmente a las democracias. Guerrero confunde causa con efecto.
3. Dios como dueño de la vida, tendría derecho a darla y quitarla a voluntad. Sería repugnante que yo lo catalogara de genocida y demoníaco por sus masacres usando mi sentido de "justicia terrenal".
Doble criterio: actitudes que Guerrero catalogaría como demoníacas en cualquier deidad mitológica, las considera "Justas" en su dios. Dudo que él aceptara la misma justificación ante un adorador de Kali que justificara sacrificios humanos por la soberanía de su diosa sobre la vida y la muerte. Alguien sano éticamente sabe que ahogar a toda la humanidad excepto ocho personas es el peor acto genocida concebible, así sea un mito.
4. La religión se regiría por una lógica distinta a la racional. Descalificar racionalmente las creencias limitaría el diálogo en el Blog.
Es erróneo llamar "otra lógica" a la actitud de desconectar la razón y la ética ante las atrocidades de una deidad. Puede llamarse "fe", "credulidad", "irracionalidad", pero no "Lógica". Además, exigir que en los diá-logos se renuncie al "logos" (discurso lógico que los define), para permitir justificaciones irracionales, es renunciar a las reglas mínimas de interacción comunicativa. Con razón se dice que "dialogar con alguien que renuncia a la lógica es como darle medicina a un muerto". Quien dialoga debe aceptar la crítica racional a sus ideas, aunque le parezcan profanaciones blasfemas.
5. Yo habría puesto 50 citas descontextualizadas.
Falso. Fueron referencias. También sugerí a los lectores que las verificaran en su Biblia y que leyeran todo el contexto anterior y posterior que consideraran necesario. Poner referencias e instar a leer el contexto es lo contrario a citar descontextualizadamente. Guerrero sólo difamó.
6. Algunos géneros literarios bíblicos permitirían concluír de un texto lo opuesto a su lectura directa.
Falso, con la salvedad del género "Ironía" -inaplicable aquí. Hacer decir lo contrario a un texto no es interpretar sino tergiversar. Un relato (sea lírico o profético) que afirme que Yahvé enviará enemigos para rajar a cuchillo el vientre de las embarazadas israelitas como castigo por idolatría, no puede interpretarse como " Yahvé no enviará enemigos para rajar el vientre de embarazadas israelitas". Incluso Tomás de Aquino, unos 800 años atrás, lo sabía.
7. Yo no estaría justificado en considerar como "palabra de Dios" al texto de Lamentaciones. Sería sólo palabra humana adjudicada a Dios.
Los cristianos creen que la Biblia es "Palabra de Dios". Si "Lamentaciones" aparece en la Biblia y pone frases en boca de Yahvé, se debe asumir que se considera "Palabra de Dios" por el autor. Negar esto es violar la regla básica.
8. Yo habría violado normas elementales de hermenéutica, caricaturizando.
Falso. No hice hermenéutica. Resumí la lectura directa de textos que muestran a Yahvé como un genocida demoníaco. Sólo tergiversando los relatos se puede concluir lo contrario de lo que dicen. Eso parece ser lo que hace Guerrero.
9. Yo habría identificado a la Serpiente de Génesis como Satanás. Habría asumido a priori que ella decía la verdad, y habría concluído ilícitamente que Yahvé miente.
Falso. Recordé Génesis 3 porque Yahvé castiga las mujeres haciéndolas parir con dolor como castigo por desobedecer. Eso es tortura física sobre mujeres inocentes y era mi punto. Es irrelevante si el tentador es una serpiente parlante, o Satanás haciendo ventriloquía (anacronismo exegético de Guerrero).
10. Dios se revelaría por mitos expresados en lenguaje humano, con las vivencias de un pueblo violento.
Insostenible: Los judíos eran capaces de memorizar centenares de leyes rituales intrincadas. También habrían podido entender un simple "No esclavizarás", o "No subyugarás a la mujer". El que la Biblia respalde de principio a fin la esclavitud y el machismo muestra horribles estándares morales. Sólo es literatura mítica de épocas bárbaras.
11. Los textos teológicos se deberían leer como tales.
Los textos teológicos se leen como tales por creyentes que apriorísticamente los consideran "inspirados". El lector crítico, que examina imparcialmente para concluir de forma objetiva, debe leer la literatura religiosa como lo que es... literatura . Como tal, no se debe tomar un texto y hacerle decir lo contrario.
12. Asombraría que con autores tan variados, la Palabra de Dios fuera "tan coherente".
La Biblia abunda en incoherencias pero, aunque "fuera casi coherente", lo asombroso es la ineptitud de Yahvé. Siendo todopoderoso, ¿no habría sido capaz de escribir con total coherencia? Cualquier autor de Ciencia o de Ética Filosófica es capaz de escribir textos sin contradecirse... ¿Acaso Yahvé es incapaz de hacer lo que realizan a diario los
autores humanos?
13. La verdad de Dios y la científica serían diferentes.
Falso. La verdad es la verdad. Si un dogma religioso niega la verdad objetiva, entonces no es una "verdad religiosa"; es una mentira.
14. Mi crítica estaría enmarcada en una dicotomía entre la justicia y la misericordia de Dios. Eso se resolvería con la Trinidad.
Es irrelevante si mi crítica se enmarca o no en tal dicotomía. Mi punto es que el retrato bíblico de Yahvé permite calificarlo de genocida demoníaco ya que sus actos punitivos no muestran justicia sino una venganza sádica e inmoral. Nada de la doctrina trinitaria sirve para justificar dichas atrocidades.
15. Yo habría resumido la propuesta de Jesús diciendo que él vino a traer "fuego" y "espada".
Me tergiversa. Mi resumen era: "Cree en mí o fríete en el infierno" (Mt. 13, 41-42). Mi punto era que la doctrina de Jesús era intolerante y sectaria. Su respuesta sienta mi punto.
Por último, el pastor Guerrero, al parecer inconscientemente, me dio la razón de forma vergonzosa. En mi columna "El ateísmo y el diálogo entre religiones" (3) escribí de algunos cristianos:
"Son tan francos que reconocen que si no fuera por la vida eterna, no se portarían bien, y llegan a citar como ejemplo a Pablo de Tarso cuando confiesa que "Si los muertos no resucitan, 'comamos y bebamos, que mañana moriremos'" (1 Cor. 15,32). Esa es la mayor pérdida posible para la humanidad que acecha tras la religión: la compasión auténtica. No puede haber altruismo verdadero en el creyente que actúe sólo porque su dios lo manda y espera su recompensa: es el más vil egoísmo, la pura mezquindad disfrazada de desinterés y buena intención."
Dos semanas después, el pastor Guerrero ejemplifica mi punto: "Una ética que no se fundamente en la fe en Dios trascendente será absorbida por las mismas fuerzas que pretende combatir (...) Si no hay un juicio final, entonces comamos y bebamos y que cada uno haga lo que bien le parezca. " Es una lástima que Guerrero se encuadre ahí: actúa correctamente porque tiene encima un Policía Celestial vigilando. Tristemente ha sentado mi punto sobre la fe cristiana como fin de la bondad auténtica. Albert Einstein hizo gala de un sentido ético muy superior al afirmar:
"Si la gente es buena sólo porque teme el castigo o espera recompensa, entonces somos realmente lamentables."
Notas:
(1) Para profundizar en la evolución histórica del concepto de Satán, puede leer el capítulo respectivo de "No y Amén: Invitación a la duda" por la teóloga católica Uta Ranke-Heinemann. Ed. Trotta.
(2) Para leer mi artículo original se puede visitar este enlace: "Pero la Biblia dice..." http://www.escepticoscolombia.org/detalleContenido.php?id=articulo_bibliaDice
Para ver la respuesta de Guerrero, visitar este enlace: "Reacción al artículo 'Pero la Biblia dice...' "
http://dinamico.eltiempo.com/participacion/blogs/default/un_articulo.php?id_blog=3349595&id_recurso=400000037
(3) Para ver el artículo publicado originalmente cliquee el siguiente enlace: "El ateísmo y el diálogo entre religiones"
http://www.escepticoscolombia.org/detalleContenido.php?id=articulo_dialogoReligiones