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Blogs del periódico El Tiempo - Febrero 14 de 2008
El profesor de Patrística en la facultad de Teología puso el tema del examen; justo el mismo del año anterior: "Escriba un ensayo individual y breve sobre el concepto de la Gracia en San Agustín". Después de las dos horas reglamentarias en las que los estudiantes parecieron no hacer fraude, recogió los exámenes de sus alumnos, fue a su oficina y comenzó a calificar. ¡Al leer los ensayos de los alumnos más mediocres e indisciplinados quedó estupefacto! Alumno por alumno, cada ensayo era idéntico, palabra por palabra, frase por frase, concepto por concepto, al excelente examen que había redactado el año anterior su discípulo estrella del curso pasado, que infortunadamente había fallecido de cáncer hacía un par de meses. Hasta los giros retóricos y los modismos eran idénticos. |
El profesor tomó las pruebas y con paso acelerado se dirigió a la oficina del rector. Ninguno podría alegar. Apenas fue recibido en rectoría presentó su caso: "Monseñor, ¡la divina providencia ha dado una muestra de misericordia sobrenatural! El todopoderoso ha inspirado sobrenaturalmente a los alumnos menos dotados del curso actual, la totalidad del ensayo del alumno más piadoso y dedicado del curso del año pasado, para dar una muestra irrefutable de la comunión de los santos. ¡Gloria a Dios por este milagro que confronta a esos impíos racionalistas que rechazan la comunicación de Dios y los suyos con los vivos! ¿Qué otra explicación puede haber?" El profesor fue expulsado de la institución por ineptitud para detectar fraudes de estudiantes pícaros. Allí fue desempleo, el hambre y el gruñir de tripas. El que tenga cerebro para pensar, que piense. |
Numerosos cristianos comparten esta visión tradicional del mesianismo de Jesús basados en sus supuestas "Biografías": los evangelios. ¿No se requiere una cerrazón espiritual abyecta, una obstinación enfermiza, para ignorar los centenares de vaticinios de las escrituras Judías cumplidos por el Nazareno? ¿Cómo podrían descartar semejante milagro los tercos racionalistas?
La realidad tan prosaica y obvia como un fraude múltiple en un examen: un falso profeta (2) que hubiera muerto como maldito de Dios de acuerdo con la ley Judía (3) y que no hubiera cumplido con ninguna de las expectativas mesiánicas de restablecer políticamente a Israel, habría necesitado buenas razones para ser presentado como Mesías e hijo de la divinidad. La solución de los líderes cristianos primitivos fue redactarle piadosas "biografías" ficticias para convencer a las víctimas potenciales de su prédica. En ellas deberían aparecer "cumplimientos proféticos".
Los “vaticinios realizados” no fueron sucesos reales de la vida de Jesús, ocurridos "según las escrituras" por designio divino. En realidad, los redactores evangélicos cristianos, ansiosos por tratar de demostrar que el Galileo fracasado era el Ungido, trillaron las escrituras Judías en busca de pasajes para escenificar su pseudobiografía y con base en ellos se inventaron parrafadas completas para hacer creer al lector que en él se cumplían las escrituras.
Aparte de los relatos de la natividad (4), son evidentes falsificaciones los recuentos de la pasión de Jesús: si hay algo verosímil históricamente, es que todos sus “fieles” discípulos y familiares lo abandonaron tras su captura. No hubo ningún redactor de noticias tomando datos de lo que experimentó el Nazareno, ya que en esa época, las crucifixiones de celotes judíos y otros insurgentes contra la dominación romana era el pan diario.
Por este vacío biográfico, los evangelistas buscaron textos en el AT que pudieran adecuar para mostrar a Jesús como el Mesías prometido y encontraron en Salmos 22 y en el Texto del Siervo Sufriente de Isaías 53, un perfecto modelo para representar a Jesús. Aunque los exégetas confesionales más liberales justifican el plagio diciendo que los hagiógrafos "recordaron pasajes" de la vida de Jesús al leer a Isaías y Salmos (5), la realidad es al revés: ellos plagiaron detalles de esos libros para redactar la muerte de Jesús. Prácticamente cada detalle de la Pasión ligada a un texto del Antiguo Testamento es invención del evangelista. Basta mirar las tablas fundamentalistas de “profecías cumplidas” para cuantificar el nivel de plagio.
El patetismo en estas falsificaciones “piadosas” llega al punto de fabricar incluso las palabras del momento más dramático de Jesús, su muerte en la cruz, que en realidad se perdieron para siempre:
-"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (plagiado de Salmos 22,1).
-"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (plagiado Salmos 31,5).
-"Tengo Sed" (redactado según Salmos 69,21, Jueces 4,19,).
Es innegable: los evangelios son tendenciosos y ellos mismos lo reconocen (6). Al ser textos proselitistas, no son confiables. Son tan dignos de crédito como cualquier texto escrito por Raúl Reyes que defienda a la guerrilla, o cualquier columna de opinión sobre Álvaro Uribe escrita por su asesor presidencial, José Obdulio Gaviria. Para aceptar la validez de cualquiera de sus afirmaciones tendría que someterse al más estricto de los escrutinios escépticos.
La mendacidad de los redactores evangélicos se reafirma cuando ponen al "Jesús postpascual" a recriminar a uno de sus discípulos con las palabras inventadas de "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (7)… esto no es más que una patética y vergonzosa estratagema de los panfletarios evangelistas, para hacer que el lector desconecte su cerebro y trague entera cuanta farsa ideaban estos santos falsarios.
Al dejar al desnudo el fraude más evidente en pro de la divinidad del Nazareno, el creyente se inventa defensas que se quedan en pataletas de ahorcado.
La primera disculpa es que si los evangelios hubieran sido falsificados con sucesos que nunca ocurrieron, entonces los "innumerables testigos", habrían expuesto el embuste. Esta disculpa ignora los lugares, fechas y destinatarios de los relatos.
Hoy día se sabe que los evangelios fueron compuestos décadas después de la vida del Nazareno. La mayoría de los estudiosos serios datan a Marcos después del año 70, Mateo y Lucas en la década del 80, y Juan, después del 90 EC (8). Además, aunque no hay consenso sobre los lugares de redacción, está claro que ningún evangelio se escribió en el lugar donde deambuló el Jesús histórico: se habla de sitios tan alejados como Roma, Éfeso, Egipto, etc. La longevidad promedio de ese entonces (unos 40 años) junto a las décadas transcurridas, y la lejanía geográfica de los sitios de redacción y prédica, hubieran hecho prácticamente imposible encontrar quién refutara las supercherías de los evangelistas.
De otro lado, los evangelios fueron redactados inicialmente dentro de comunidades específicas para creyentes que no fueron testigos de los hechos y que eran proclives a aceptar sin cuestionamientos las enseñanzas de sus pastores espirituales. Se partía de la base de la fe en Jesús y por tanto no había actitudes escépticas hacia ellos. Esto, aunado a la lentísima popularización de estos escritos debido a su copia manual y a lectura en privado en las congregaciones ávidas por tragar enteros relatos de su salvador, hace que la disculpa creyente quede sin bases.
Otra disculpa más absurda aún es más una medida desesperada que un argumento racional: dice que si esos relatos estuvieran repletos de farsas tan claramente absurdas, el cristianismo jamás habría tenido los seguidores que consiguió y hoy día se habría extinguido.
Para refutar esta última crítica, basta ver el Mormonismo, fundado por el estafador Joseph Smith, estadounidense del siglo XIX que se inventó un tercer testamento de Jesucristo. Este culto, a pesar de ser ridículo, tiene millones de seguidores y es tan popular que uno de sus miembros, Mitt Romney, fue hasta hace una semana el segundo candidato más importante por el partido republicano para las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El mormonismo muestra que una idea 100% imbécil puede ganar millones de seguidores incluso en la Era Espacial. Que algo similar hubiera sucedido en el crédulo Imperio Romano del siglo I y II, es más que posible: era prácticamente inevitable.
Para explicar el "milagro" de las profecías "cumplidas" en Jesús, se ha dado una alternativa:
1) La opción crédula: Fieles cristianos predicadores escribieron con total fiabilidad histórica y fáctica la vida de un profeta que sobrenaturalmente cumplió centenares de pronósticos escritos desde siglos atrás en textos religiosos judíos bien conocidos y disponibles para ellos.
2) La opción racional: Fanáticos cristianos proselitistas escribieron ficciones literarias con centenares de “cumplimientos proféticos”, basándose en textos religiosos judíos que conocían muy bien y que habían sido escritos desde hacía siglos, para convencer del supuesto mesianismo de su falso profeta.
No hay que ser ni un genio ni un cínico incorregible, para llegar a la misma conclusión que cualquier persona racional. El fraude es evidente. Cualquiera que pueda reconocer un fraude en un examen escrito, reconoce que las “profecías cumplidas” de Jesús de Nazaret fueron solo plagios literarios de los evangelistas para atraer más creyentes, y con ello, más diezmos.
Claro... no faltará el profesor estólido que vea en fraudes tan obvios el mayor portento divino de la historia de la humanidad.
Notas:
[1] McDowell, Josh, "Evidencia que Exige un Veredicto". Ed. Vida, Miami. 1982.
[2] Se pueden ver algunas falsas profecías Bíblicas, incluyendo una metedura de pata garrafal del Nazareno, en: http://www.escepticoscolombia.org/detalleContenido.php?id=articulo_falsasProfecias
[3] Deuteronomio 21,23
[4] Se puede encontrar un análisis de cómo los evangelistas se inventaron los relatos de la infancia de Jesús basándose en textos veterotestamentarios, en este enlace:
http://www.escepticoscolombia.org/detalleContenido.php?id=articulo_fabulasNavidad
[5] Así, el obispo anglicano John Shelby Spong, en su -por otra parte excelente- obra “La Resurrección. ¿Mito o realidad?”, Martínez Roca, 1996.
[6] Juan 20,31.
[7] Juan 20,29.
[8] Vielhauer, Philipp. “Historia de la literatura cristiana primitiva”. Sígueme. 2003.