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Blogs del periódico El Tiempo - Octubre 25 de 2007
En un artículo previo (0) se dio un primer tipo de razón por la cual los eruditos bíblicos serios reconocen errores y ficciones históricas en la Biblia: las falsas profecías (1). Sólo se mencionaron unas pocas irrefutables: la destrucción de Egipto a manos de Nabucodonosor, profetizada en Ezequiel 29-31, que nunca ocurrió; los tres días y tres noches de duración de la muerte de Jesús, vaticinados en Mateo 12,39ss, que terminaron siendo menos de día y medio en Juan 19; y las más graves doctrinalmente: la inminencia de la segunda venida con TODAS sus señales antes de que pasara la generación de Jesús y a Pablo, vaticinada en Mateo 24 y 1 Tesalonicenses 4, que se ha retrasado tan solo 20 siglos, lo que expone como falsos profetas al mismo Nazareno y al Apóstol de los Gentiles.
Aunque los creyentes suelen hacer malabares mentales para mantener multitud de ideas contradictorias en su cerebro, deberían pensárselo dos veces antes de hacerlo: cuando se acoge una contradicción, siempre se está defendiendo al menos una mentira. Y todo creyente que sepa quién es el Padre de la Mentira, debería estar horrorizado de usar su fe para defender mentiras evidentes, sin importar cuántos supuestos "testimonios de vida" las respaldaran.
Las contradicciones textuales aparecen al acoger narraciones escritas de forma independiente. Como éstas demuestran tan fácilmente el origen realmente humano de textos presuntamente divinos, son la herramienta predilecta de los racionalistas que critican la inspiración de las escrituras supuestamente "sagradas". Infortunadamente, muchos críticos irracionales en su afán de refutar la Biblia a toda costa, amasan listas con centenares de frases bíblicas descontextualizadas para dar la impresión de que se contradicen.
Eso es mezquino: tal como los creacionistas descontextualizan a autores evolutivos para dar la falsa sensación de que "el Darwinismo está en crisis", los ateos que recopilan citas bíblicas descontextualizadas para presentarlas como contradicciones, le quitan credibilidad al racionalismo. Al contrario de esos sitios, esta columna refutará la inerrancia de la Biblia señalando sólo unas pocas de sus numerosas contradicciones, por ser auténticas, irrefutables y muy fáciles de comprender.
El primer ejemplo se encuentra en un par de textos paralelos del Antiguo Testamento: 1 Crónicas 21 y 2 Samuel 24. En ellos se narra cómo David es tentado a hacer un censo de población, lo lleva a cabo, se arrepiente, pide perdón a Yahvé, y éste, para expiar su mal, le ofrece al Rey la siguiente tricotomía, a través de Gad el Vidente (2 Sam 24,13):
1. Siete años de hambruna.
2. Tres meses de fracasos militares.
3. Tres días de pestilencia.
David, pensando que caer en manos de Yahvé era más misericordioso que caer en manos de la sequía o de los enemigos, acepta la última opción... craso error: el amoroso Yahvé termina aniquilando a 70.000 inocentes (1 Cr. 21,14. 2 Sam. 24,15). Los dos relatos son concordantes a la perfección, excepto en un detalle. A la hora de identificar al incitador, la Biblia tiene opciones para todos los gustos:
" Volvió a encenderse la ira de JEHOVÁ contra Israel, e incitó a David (...)" (2 Sam. 24,1) "Pero SATANÁS se levantó contra Israel, e incitó a David (...)" (1 Cr. 21,1) |
Dejando el humor a un lado, la justificación de los fundamentalistas para tratar de explicarla da lástima: como Dios habría permitido que Satanás incitara a David entonces Yahvé también sería incitador; una especie de "incitador intelectual". Cuando se aplica este "principio hermenéutico" a otras situaciones se muestra cuán estúpido es: Como Dios permitió que Hitler masacrara a 5 millones de Judíos, entonces Dios sería el "masacrador intelectual"; como Dios permitió que los paramilitares picaran con motosierra a campesinos inocentes, entonces Dios sería el "desmembrador intelectual"; como Dios permite abusar de menores a algunos curas católicos, entonces Dios sería el "abusador intelectual", etc... La justificación fundamentalista de esta contradicción es sólo una pataleta de ahorcado.
Es evidente: si 2 Sam. 24 es cierto, y Yahvé incitó a David, entonces 1 Cr. 21 es una mentira, porque Satanás no lo habría tentado, y viceversa. Tómese como se tome, habría una mentira bíblica, ya fuera en Crónicas o en Samuel.
Desde un punto de vista racional, ¿qué hay tras esta contradicción evidente? Los eruditos bíblicos actuales saben que Crónicas es una reelaboración tardía de Samuel. En la época en que Samuel fue escrito, Dios se veía como el autor del bien y del mal (2); en la época de Crónicas, se había abierto espacio teológico una figura espiritual: "Satán", el opositor, el adversario, el "fiscal del cielo", un ángel de la corte celestial al que se le encargaba el trabajo sucio de poner a prueba a los humanos. La contradicción no es más que el reflejo de los dos contextos históricos y teológicos de los redactores, que difieren de la interpretación mayoritaria del cristianismo actual (3).
Los cristianos prefieren el Nuevo Testamento sobre el Antiguo. La barbarie, los mandamientos atroces, la naturaleza vengativa y sanguinaria del Dios Hebreo, y los evidentes mitos en sus escrituras, hacen que los creyentes vean en los Evangelios una sustancial mejora ética, racional, e incluso "Histórica". Para el cristiano fundamentalista, el Nuevo Testamento fue escrito por "testigos presenciales", que narraban con exactitud y coherencia los hechos y enseñanzas del Nazareno.
No obstante, la precisión narrativa de las escrituras cristianas es peor que la de las hebreas. La primera ilustración se elige por su tremenda simplicidad. Aunque no tiene trascendencia moral o doctrinal, es una contradicción obvia que siembra duda en la exactitud histórica de los relatos.
Se refiere a la compra de cierto campo para enterrar forasteros en la Jerusalén del siglo primero. El sitio se llamaba "Acéldama" y se relaciona con la muerte de uno de los personajes más viles de la literatura: Judas Iscariote. Según Hechos de los Apóstoles, Pedro narró a los primeros cristianos el destino del traidor por antonomasia:
"Este, pues, CON EL SALARIO DE SU INIQUIDAD ADQUIRIÓ UN CAMPO, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, campo de sangre." (Hechos 1, 18-19) |
"Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. LOS PRINCIPALES SACERDOTES, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, COMPRARON CON ELLAS EL CAMPO del alfarero, para sepultura de los extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre." |
Ambas afirmaciones no pueden ser ciertas a la vez. Si Judas rehusó las monedas, fue y se ahorcó, y los sacerdotes compraron el campo con ese dinero, entonces el que Judas hubiera comprado el campo sería una mentira. Por el contrario, si Judas hubiera escapado con el dinero y se hubiera comprado el campo, entonces los sacerdotes no hubieran puesto sus manos sobre las monedas de plata y no habrían podido comprarlo; el relato de Mateo sería una falsedad.
Sacarse de la manga alguna justificación absurda como que "los Judíos consideraban que la compra la hizo Judas porque fue con dinero de Judas", sería una mentira evidente porque él renunció a ese dinero ante los sacerdotes al arrojarlo al piso del templo. Esto es una declaración evidente de renuncia en cualquier cultura. Es tan obvio que el mismo autor de Mateo, de extracción Judía, reconoce explícitamente la compra por los sacerdotes.
Desde otra óptica: suponga que algún despistado pierde un sobre con dinero y un pederasta lo encuentra y se lo gasta prostituyendo niños y niñas. El que afirme que "quien perdió el sobre es un degenerado abusador de menores" estaría diciendo una sandez. El despistado no es responsable de lo que haga el degenerado con el dinero que se encontró. Cuando alguien renuncia a una cantidad monetaria o la pierde, ya no es responsable de lo que otro individuo haga con ella. Esta es la ridiculez que querría hacernos creer quien se inventara un supuesto "modismo judío" inexistente para tratar de defender la absurda narración de Hechos que adjudica a un Judas ahorcado la compra de Acéldama por los sacerdotes.
¿Cómo se explica esta contradicción? La realidad es más prosaica. Los autores de Mateo y de Hechos de los Apóstoles compusieron sus obras independientemente entre sí. Cada uno inventó un final cruel distinto a la medida de la traición de Judas, que incluía la compra de un "campo de sangre". La independencia en la redacción generó la inconsistencia evidente.
Tal vez las contradicciones más obvias del Nuevo Testamento se dan entre el Evangelio de Juan y los autores sinópticos. Considere lo que ocurre, por ejemplo, inmediatamente después del bautismo de Jesús.
Según Marcos 1, inmediatamente después de que Jesús fuera bautizado por Juan, fue al desierto y allí estuvo por cuarenta días y cuarenta noches, siendo tentado (Mc. 1,12-13). Después de volver, eligió a sus discípulos (Mc. 1,16ss). Esto contrasta con el relato de Juan 1-2, pues justo al día siguiente de su bautismo, Andrés se une al movimiento de Jesús y recluta a su hermano Simón Pedro (Jn. 1,35-42). Al segundo día Jesús llama a Felipe para que lo siga (Jn. 1,43), al tercero acude a las bodas de Caná (Jn. 2,1-11), y luego se quedan en Cafarnaum varios días (Jn. 2,12).
Este es otro ejemplo perfecto de contradicción: El Jesús encarnado no era "ubicuo" como el Espíritu Santo. ¿Dónde estuvo Jesús en la primera semana tras su bautismo? Si inmediatamente después fue llevado al desierto para ayunar cuarenta días, entonces no pudo estar al mismo tiempo reclutando discípulos y haciendo milagros en una boda en Caná. Si, por el contrario, en los tres días siguientes a su bautizo Jesús reclutó a Andrés, Simón, Felipe, y convirtió en vino un montón de tinajas de agua, entonces es falso que estuviera en el desierto ayunando solo.
No se pueden sostener los dos relatos a la vez; la aceptación de uno implica inmediatamente la falsedad del otro. Independiente de si alguna de las dos narraciones realmente ocurrió, la Biblia miente en al menos uno de ellos respecto a lo que hizo Jesús justo después de su bautismo.
Otra inconsistencia Neotestamentaria más inquietante para los fundamentalistas surge por el enfoque diametralmente opuesto entre el mesianismo según Marcos y según Juan. Como encontró Albert Schweitzer, la lectura de Marcos sin preconceptos del resto del NT, muestra un Jesús que hace todo lo posible por ocultar su mesianismo; por eso manda a callar a todos los que sana. A esto se le llamó "El Secreto Mesiánico". Por el contrario, Juan pretende mostrar un Logos encarnado que proclama a los cuatro vientos que él es el Mesías. Resultado de estas dos ópticas distintas surge la siguiente inconsistencia.
En Marcos 4, Jesús enseña la parábola del sembrador a sus seguidores, y termina con la frase "El que tiene oídos para oír, oiga". Cuando estuvo a solas, los doce le preguntaron sobre la parábola y él respondió: "A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados." (Mc. 4,10-12). Entonces les explicó en privado el significado de la parábola.
Este texto muestra explícitamente que Jesús explicaba algunas cosas a sus discípulos ocultamente para que los de afuera no entendieran. Algunas de sus doctrinas no eran abiertas sino ocultas. Por el contrario, la narración que hace Juan del interrogatorio de Anás a Jesús durante la pasión, cuenta que:
"el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: 'Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y NADA HE HABLADO EN OCULTO. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho'."(Juan 18, 19ss) |
Al contrario, si Jesús siempre hubiera sido abierto y no hubiera enseñado nada en secreto, entonces la narración de Marcos 4 de un Jesús que oculta información a los de afuera para que no se salven, y se la enseña en secreto a los de adentro, sería una mentira del evangelista. Decenas de pasajes semejantes de la vida y enseñanzas del Nazareno podrían ser ficciones literarias; esto sembraría duda sobre cualquier doctrina bíblica atribuida a Jesús.
Tómese como se tome, esta contradicción genera dificultades insalvables para el fundamentalista bíblico porque refuta la supuesta "objetividad", "presencialidad" y "veracidad" de los narradores evangélicos. Para el estudioso racionalista y crítico no hay dificultad alguna: los Evangelistas, contrario a la enseñanza tradicional, no fueron testigos presenciales: fueron autores tardíos, celosos de su fe, que inventaban relatos propagandísticos para difundir sus doctrinas particulares.
Al escribir desconectados de lo que redactaban otras comunidades cristianas en otras regiones geográficas, necesariamente tenían que surgir contradicciones. La presencia de tantas incoherencias en la Biblia, triviales o no, muestra que no fue redactada bajo una inspiración divina que la hiciera inerrante, sino que fue el resultado de autores con intereses variados, en distintos momentos históricos, que no tenían el menor problema en inventarse pasajes completos de la vida de Jesús que en realidad no ocurrieron (4).
Estas pocas no son las únicas inconsistencias ni las más graves, pero bastan para refutar de forma distinta a la de la columna previa el alegato fundamentalista de que la Biblia es inerrante. En próximas columnas se presentarán otros tipos de ficciones de la "inerrante Sagrada Escritura".
Notas:
[0] Ver la columna "Las Falsas Profecías de la Biblia", publicada en este mismo blog:
http://www.eltiempo.com/participacion/blogs/default/un_articulo.php?id_blog=3349595&id_recurso=500000442
[1]. A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas se toman de la Reina Valera Revisada de 1960.
[2]. Un eco de este Yahvé malo se encuentra en Isaías 45,6-7 (RVA): "Para que se sepa desde el nacimiento del sol, y desde donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo: Que formo la luz y crío las tinieblas, que hago la paz y CRÍO EL MAL. YO JEHOVÁ QUE HAGO TODO ÉSTO". Es notorio el esfuerzo que hacen los traductores modernos para tratar de camuflar retóricamente la admisión Bíblica de que Yahvé hace el mal.
[3]. Se puede encontrar una excelente exposición racionalista de la evolución del concepto de "Satán" dentro del Judeocristianismo en la obra "No y Amén: invitación a la duda" por la Teóloga Católica (y compañera de estudios de Ratzinger), Uta Ranke-Heinemann. Ed. Trotta.
[4]. Una presentación de cómo hacían los escritores bíblicos para inventar nuevos relatos basándose en escritos previos, se halla en la obra "La Resurrección ¿Mito o Realidad?" por el Obispo Anglicano John Shelby Spong. Ed. Martínez Roca.