A pesar de ello, la zoología y la taxonomía seria no aceptan la existencia de tales especies. ¿Se debe ello a la "cerrazón mental" y "obstinación" de la "ciencia oficial"? ¿Cómo es posible dudar de los testimonios de tantas personas que juran haber tenido encuentros aterradores con estas criaturas?
Otro motivo para dudar es que en nuestra época quedan muy pocas zonas inexploradas, sobre todo si tomamos en cuenta a los "criptozoólogos" (buscadores de monstruos aficionados) que recorren esos lugares con sus cámaras para tratar de encontrar evidencias de los monstruos. Numerosas personas dedicadas a rastrear estos monstruos en selvas de todo el mundo incluso con cámaras automáticas infrarrojas para tomas nocturnas, no han podido tomar ni una sola imagen, ni encontrar ni siquiera una hebra de pelo con ADN que nos permita concluír su pertenencia a una nueva especie. Dicho de paso, los exámenes aplicados al famoso cuero cabelludo de un Yeti que se encuentra en un monasterio tibetano dictaminaron que pertenece en realidad a una especie de antílope.
Hay también un aspecto perceptual a considerar. Nuestros sentidos, en especial en situaciones de estrés, miedo, en un entorno selvático o en la oscuridad, suelen ser muy poco fiables; y nuestro cerebro, víctima de la adrenalina, puede malinterpretar la ambigua información y llevarnos a concluír de un efecto de sombras, o de un animal común visto desde un ángulo inusual, que hemos sido testigos de un animal desconocido.
Sociológicamente, hay razones de mucho más peso para dudar: en las comunidades humanas hay un porcentaje apreciable de personas mitómanas y bromistas. En un país con decenas de millones de personas, un porcentaje tan ínfimo como un 1% de tales individuos brindaría a la sociedad decenas o centenares de miles de personas que serían proclives a dar testimonios por una compulsión patológica a mentir o sólo por divertirse a expensas de la credulidad ajena.
Los mitómanos no pueden evitar mentir patológicamente para llamar la atención. Y no hay nada mejor para ello que relatos sobre encuentros aterradores con monstruos aún desconocidos. El mundo de la "criptozoología" está repleto de testimonios aparentemente honestos de estos individuos que de forma enfermiza quieren estar en el foco de atención.
El caso de los bromistas y falsificadores es también frecuente en el mundillo de estos monstruos. La mejor evidencia clásica, la película de 16 mm tomada por Roger Patterson en 1967, terminó siendo un fraude confeso por uno de los participantes, que se disfrazó con un traje de calidad cinematográfica, semejante a los que se usarían un año después en el rodaje del filme clásico "El Planeta de los Simios".
El afán de los bromistas por propagar estas leyendas toma tintes tragicómicos como el de un individuo de Montana que trató de crear otro "avistamiento" de Pie Grande, usando un vestido camuflado militar conocido como "Ghillie suit". Randy Lee Tenley, el infortunado bromista, decidió pasar por una carretera de dos carriles a las 10:30 pm del 28 de agosto de este año, cuando una adolescente asustada lo atropelló, dejándolo medio muerto. Después del primer impacto, otra muchacha que conducía por el carril opuesto terminó la labor. A veces, estas bromas para fomentar la pseudociencia no terminan siendo tan inofensivas, incluso para sus propios autores.
Dada la nula evidencia física; el escaso número de testimonios explicables por confusión, mitomanía o bromas; la total ausencia taxonómica de animales relacionados, tanto actualmente como en el registro fósil; la disminución y la exhaustiva exploración de sus hábitats por aficionados deseosos de encontrar a estos seres y pasar a la historia por su descubrimiento, es prácticamente seguro que no existen tales monstruos homínidos. Por supuesto, esta afirmación puede ser revisada y confrontada con evidencia física contundente, como todo en la ciencia. Le recomendamos que espere sentado bien cómodo... la espera puede ser eterna.