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Al vivir en un sistema democrático, suele olvidarse cuánto esfuerzo, dolor, y sangre costó que se llegara una declaración “universal” de derechos humanos. Entre estos, uno indispensable para el desarrollo y el bienestar social es la libertad de expresión ya que el intercambio libre de ideas y la confrontación racional basada en evidencia permiten identificar errores y problemas causantes de mucho sufrimiento social.
Así, si usted considera irresponsable que los testigos de Jehová les nieguen a sus hijos accidentados una transfusión sanguínea que les puede salvar la vida con la excusa de que “Jehová prohíbe comer sangre", y usted señala que el derecho a la vida del niño debe estar por encima de la libertad religiosa del padre, entonces USTED sería el criminal.
Si califica de delictiva la carta “Crimen Sollicitationis” (3) en la cual la Iglesia prohíbe denunciar curas violadores de niños ante las autoridades civiles, y señala que está primero el derecho de los niños a su salud mental que el de los clérigos a ocultar sus colegas pederastas, entonces USTED sería el criminal.
Si lo indigna la barbarie islámica de arrancar el clítoris a las niñas, privándolas para siempre de placer, y dice que prima el derecho infantil a la integridad psicológica y física por encima del derecho de sus padres a creer absurdos, USTED sería el criminal.
Si señala como pederasta a un hombre de más de cincuenta años que se casa con una niña de seis años y la accede carnalmente tres años después (como hizo Mahoma con su "esposa" Aisha, según el Islam), entonces estaría “difamando” al profeta y USTED sería el criminal.
Con semejante disparate de la ONU, cualquier crítica racional y pertinente de una injusticia religiosa, sería delito. Si pasa, esta resolución de la ONU será una carta blanca para los abusos religiosos en todo el mundo. Presiones para dar catequesis o creacionismo en escuelas públicas, alianzas cristianas con dictaduras genocidas, fatwas de ayatolas contra Salman Rushdie, el asesinato del cineasta Theo Van Gogh, las amenazas contra Ayaan Hirsi Ali y Geert Wilders, instrucciones coránicas para golpear esposas y apedrear madres solteras, asesinatos de honor, amputación en niños, cortes en la cabeza de bebés para conmemorar profetas, quema de embajadas … cualquier señalamiento de estos abusos tendría que callarse.
Esa propuesta execrable busca instaurar nada menos que el crimen de pensamiento, penalizar la "blasfemia", retrocediendo unos 400 años en la historia, cuando se encarcelaban, torturaban y quemaban vivas a miles de personas por divergir de los dogmas religiosos… con una diferencia: ahora la resolución tiene sello particular. Favorece el Islam y fue promovida por un país con leyes contra la blasfemia: Pakistán.
Aunque muchos desinformados creen que las religiones viven y dejan vivir, la realidad es opuesta: las religiones mayoritarias en occidente son proselitistas. Exigen "predicar el evangelio a todas las criaturas" (4), imponen legalmente sus morales arcaicas sobre quienes rechazan su fe, e instan a no cesar en la Yihad hasta que los impíos acepten la sumisión o sean aniquilados (5). Así, miles de evangelizadores propagan sus creencias sin otro fundamento que la visceralidad y pasan sus rayones mentales a sus hijos inocentes, sin que los ateos nos preguntemos “por qué lo hacen”.
Ante este panorama sombrío es necesario que quienes rechazamos los mitos de la edad de bronce dejemos el silencio. Llegamos a un punto de quiebre: la ONU misma está cediendo ante los fascistas religiosos para descuartizar la libertad de expresión, sólo porque consideran “difamación” lo que no son más que observaciones objetivas.
Por eso, es indispensable que surjan libros críticos como "Tratado de Ateología" de Michel Onfray, "El Espejismo de Dios" de Richard Dawkins, "Dios no es Bueno" de Christopher Hitchens, o el ya clásico "Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica" de Pepe Rodríguez. También es loable la campaña publicitaria patrocinada por Richard Dawkins, que invita a vivir plenamente la vida, sin tabúes, ni complejos psicológico-religios os que a largo plazo, sólo generan culpa absurda, anorgasmia femenina, vaginismo psicogénico, o una visión gazmoñera en la cual el sano ejercicio de la sexualidad es visto como “desenfreno” o peor aún, como un “gustito que los muchachos deben aguardar sólo después del matrimonio”.
Responder por qué se manifiestan públicamente los ateos es simple: por decencia humana. Preocuparse por los demás cuando abrazan ideas falsas y peligrosas es decencia humana. Defender los derechos humanos ante los fascistas cuya felicidad y trascendencia depende de amigos imaginarios (que ofrecen una eternidad mítica a cambio de renunciar a la única vida real) es decencia humana. Sacar a nuestros semejantes de un error que ha causado mil años de retraso científico, médico y tecnológico es decencia humana. Mostrarle a quienes dudan que no están solos, que somos muchos los dispuestos a apostar por el desarrollo científico, humano y social sin parasitismo de los mercaderes del miedo a la muerte, es la más básica decencia humana.
La fe es un virus mental; un desorden del pensamiento. Es una idea autorreplicante que induce a renunciar a la lógica, las evidencias y la objetividad que yacen en el corazón de nuestros sistemas legales a cambio de una mentira consoladora que implica contagiar la misma idea. Su vana complacencia en que "los ateos no pueden demostrar la inexistencia de Dios" es irrelevante pues también es imposible epistemológicamente demostrar la inexistencia de Santa Claus, los pegasos, las hadas, Vishnú, o cualquier otro ser imaginario del cual duden ellos mismos. Flaco favor se hacen invirtiendo la carga de la prueba (6), vigente en cualquier corte occidental: quien afirma la existencia debe aportar las evidencias. Quien proclama dioses debe demostrarlos.
Sofismas semejantes son usados a diario por creyentes con escasa formación en lógica para darse tranquilidad mental respecto a sus mitos. Por eso los creyentes no necesitan certeza: no la quieren porque no están abiertos a examinar racionalmente su fe. Las explicaciones de su error no los afectan ya que un síntoma de la infección es "sostenerse en la fe a pesar de las dudas" (la santificación de la obstinación). Mientras estén infectados con su creencia se sentirán amados y "salvos" y si sus líderes comandan "pregonar el evangelio a toda la creación", saldrán a contagiar esos virus mentales hasta los confines del mundo, a pesar de que, de dientes para afuera, digan que no quieren convencer a nadie.
Esa es otra "mentira piadosa" entre muchas que propagan una irracionalidad que debió acabarse hace dos mil años. La religión vive de la mentira. Su base falaz es evidente en una anécdota conocida. Decía un grafito: "Dios no existe. Marx"... un creyente escribió: "Marx es mentiroso. Dios". Todos, creyentes y ateos, sabemos que la primera frase en verdad la dijo Marx. La otra es una mentira: del creyente que se cree con derecho a hablar como si fuera un dios.
Notas:
[1] Respuesta a preguntas planteadas en una columna de opinión de Elbacé Restrepo, disponible en:
http://www.elcolombiano.com/ BancoConocimiento/D/dios_no_existe/dios_no_existe. asp
[2]El análisis de la propuesta de la ONU en "Lou Dobbs Tonight" de CNN, con una entrevista a Christopher Hitchens, se encuentra en:
http://www.youtube. com/watch? v=FRb2OKPBswM
[3] Más sobre este escándalo en:
http://escepticoscolombia.org/detalleContenido.php?id=articulo_asombroBenedicto
[4] Mc. 16,15.
[5] Corán 2,190-193
[6] Más sobre la inversión de la carga de la prueba en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Carga_de_la_prueba
http://es.wikipedia.org/wiki/Prueba_diab% C3%B3lica